Trenzas que se enfrentan al cáncer
No muy corto, por favor. Esta ha sido la frase más repetida esta mañana, en una aula de La Salle, convertida, durante una horas, en peluquería. Un total de 40 chicas, alumnas, profesoras y madres del centro, se han cortado el pelo con el objetivo de ayudar a la confección de pelucas de pelo natural destinadas a mujeres y niñas con pocos recursos que sufren cáncer y que han perdido su cabello después de recibir los tratamientos médicos, como por ejemplo, la quimioterapia.
Las peluqueras esperaban en el interior del aula y las jóvenes, con la melena al viento y llenas de solidaridad, iban entrando. Se sentaban en una silla y empezaba el proceso. Las profesionales hacían una trenza y la cortaban sin pensarlo. Como mínimo, las trenzas medían 20 centímetros. «No te pases» o «No tan corto», decíamos. Y digo decíamos porque yo también me lo corté mientras recaudaba información para elaborar la crónica. Pero en el fondo, nos daba igual la medida, solamente queríamos que nuestro cabello sirviera para mejorar la vida de personas enfermas de cáncer. Este es el caso de Nuria Plana, una alumna de segundo de ESO de La Salle, que aseguraba, mientras le cortaban la trenza, que «he visto muchas chicas que se atrevían. La vida son dos días y hay que aprovechar estas oportunidades. Vale la pena donar el cabello a gente que está enferma. A nosotras ya nos crecerá».
Se trata de una iniciativa impulsada por cuatro alumnas de cuarto de la ESO de La Salle de Tarragona. Pero el origen va más allá. «El año pasado, mi madre sufrió un cáncer y le preocupaba mucho quedarse sin pelo. Pensé que, como ella, muchas mujeres se sentirían así. Decidí cortarme el pelo y donarlo. Cuando se lo expliqué a mi amiga, también lo hizo», explica Blanca Tous, una de las impulsoras del proyecto. Ella y sus compañeras, Blanca Dalmau, Vicki Viana y Alba Palomares decidieron ir más allá. «Participamos en una asignatura que se llama Aprenentatge i Serveis. Teníamos que buscar y trabajar un servicio a la comunidad. Nosotras estudiamos el cáncer y sus consecuencias y nos centramos en la caída del cabello. Pensamos que era buena idea organizar una jornada solidaria para donar el cabello y, rápidamente nos pusimos manos a la obra», explica Blanca Dalmau, una de las impulsoras.
Pero la emoción personificada era la profesora de las jóvenes. «No puedo estar más orgullosa», decía. «Cuando me presentaron el proyecto, ya lo tenían todo listo. Habían hablado con peluqueras y ya sabían como enviarían las pelucas a la asociación. Han trabajado mucho y han conseguido concienciar a todos sus compañeros», explicaba la profesora, quien añadió que «me sorprende la capacidad de estas chicas que ofrecen tanta solidaridad. Para las jóvenes de 15 y 16 años, el cabello es muy importante. Nos han dado una lección de vida».
Cuando las peluqueras dejaban ver las trenzas a las chicas, su rostro cambiaba. «No sabía que lo tenía tan largo», decían. La mesa del profesor estaba llena de trenzas. Rosa Márquez y Luisa Palomares fueron las últimas en cortarse el pelo. «Nuestras compañeras de trabajo, que son madres de alumnos de La Salle, nos informaron de la jornada. No dudamos en venir», explicaban. También se cortaron la melena alumnas de primaria, la más pequeña de siete años. Algunas ya lo tenían decidido, otras se animaron a última hora.
El material recaudado durante la jornada se enviará a la asociación Mechones Solidarios, una entidad que regala las pelucas a niñas de hasta 14 años y a las mujeres sin recursos les venden a un precio reducido. Según las organizadoras, se necesitan muchas trenzas y coletas para hacer una peluca que, en el mercado, puede costar hasta 2.500 euros.