Una reliquia “de primera clase”, un pedacito de hueso de san Juan Bautista de La Salle, artísticamente colocado en un hermoso viril, a su vez contenido en un gran relicario, hizo su ingreso en la tarde del sábado 20 de mayo en la catedral de Vercelli.
La acompañaban procesionalmente alumnos, profesores, familias y exalumnos de las Escuelas Cristianas junto con la comunidad Signum Fidei de Vercelli. La celebración eucarística, en la tradicional jornada lasaliana, estuvo presidida por el arzobispo Mons. Marco Arnolfo y por el Vicario Episcopal y párroco de la catedral, Mons. Giuseppe Cavallone, también él exalumno de las escuelas lasalianas. A partir de la pregunta: ¿es posible vivir sin amar?, se produjo un dialogo animado y con gran partición por parte de los niños presentes. La invitación era a ser amigos de Jesús, y llenos del Espíritu Santo, amar al prójimo. Permanecer abiertos, disponibles, dispuestos a ayudar a quien lo necesita. Como san Juan Bautista de La Salle ocuparse de los pobres, de quien no tiene y de quien no sabe.
“Aquí en Vercelli”, explica Roberta Tricerri, directora del Instituto, “la presencia de los Hermanos remonta a 1841. Actualmente acogemos en nuestra institución escolar a 170 alumnos, entre las secciones nido, infantil y la escuela primaria, 21 profesores y personal auxiliar”. Conjugar fe y cultura es el objetivo educativo principal, abriendo horizontes y formando ciudadanos del futuro. “Un proyecto ambicioso y comprometedor que exige tanto ayer como hoy pasión, competencia y fe. La presencia de La Salle, que desde el sábado ha encontrado una morada en la catedral, en la capilla de S. Juan Nepomuceno junto al exalumno el Beato Secondo Pollo, es un apoyo y una invitación para todos los educadores a proseguir con nuevo vigor nuestra misión educativa, siempre urgente”. Entusiasmo y pasión de los cuales, la historia reciente de la presencia lasaliana, da testimonio. “Los Hermanos dejaron la escuela y vendieron el edificio en 1994. Teníamos 48 alumnos. Inicialmente dimos nacimiento a una cooperativa de padres con el apoyo de la diócesis. Luego en el 2012 de ente moral nos transformamos en Fundación”. De ese modo, alojados en el asilo Filippi y proponiendo una pedagogía Lasaliana, la Fundación – formada por 5 consejeros, 3 de ellos laicos, por el mismo arzobispo y el Hermano Visitador de la Provincia Lasaliana – se elige el nombre de “Filippi La Salle”. “Un proyecto exigente que ha requerido energías y fe, para superar tantas dificultades”, nos confía Tricerri, a quien le ha sido reconocida por la congregación el título de afiliada. “No se trata de una solicitud sino de un don que he recibido de la congregación, conferido a los Lasalianos, con hermosas expresiones en francés, de parte del Superior General. Una comunidad de Hermanos propuso mi nombre. A ello le siguieron dos años de verificación y discernimiento. Luego la aprobación por unanimidad, que me da la fuerza de no cesar nunca de ser pionera, como laica, en “esta nueva frontera”.
La reliquia, extraída en 1888 antes de la beatificación, fue un regalo personal del postulador general Hermano Rodolfo Meoli a la directora. “Todavía no tenemos una capillita en la escuela, pero pronto la tendremos. He pensado inmediatamente en darle la dignidad que se merece y compartirla con nuestra diócesis y siguiendo la invitación de nuestro arzobispo pensamos en colocarla en la catedral eusebiena”.
Un gran sábado con la participación de la ciudad: La procesión de la escuela a la catedral, luego el ingreso en el templo con las notas del himno lasaliano. La entrega del relicario de manos del Hermano Alessandro Cagnola, director de la comunidad de Milán del Instituto San Giuseppe, tutor de la formación lasaliana en Vercelli, acompañado por la Sra. Tricerri y el Hermano Babriele Dalle Nogare, director del Instituto de Biella y de la comunidad Signum Fidei. Junto a la capilla donde se ha colocado la reliquia, figura una gran estrella, símbolo lasaliano, con la frase “La Salle está aquí”, sobre la cual los niños presentes colocaron muchas estrellas con sus nombres”. “Es la señal de su presencia viva a todos los efectos” concluye Tricerri. “Espero que a partir de ahora brote una devoción que dé nuevo vigor a todos los educadores. Durante estos días llevaremos a los niños más pequeños a ver dónde está ubicada y que todos puedan saber que él está allí. ¿La escuela lasaliana? Una escuela del corazón, que acompaña en un proceso de crecimiento humano y espiritual, a los niños hacia Cristo”.
Laura Galimberti