Los sueños cumplidos de tres inmigrantes

Cuando llegaron en patera a la costa española eran menores. Lloraron, rieron y crecieron. Algunos de ellos lucharon contra las adversidades muy lejos de sus familias, pero hoy pueden decir que han triunfado en la vida tras pasar por varios centros de acogida. Detrás del riesgo y la clandestinidad existe un trabajo social, tan silencioso como importante, que con el paso de los años se traduce en integración y éxito, dos palabras unidas o enfrentadas muchas veces por el destino.

Las paredes del piso de acogida de La Salle han sido testigo mudo de varias historias de superación en los últimos años. Los testimonios sobrecogedores de tres inmigrantes magrebíes se entremezclan con momentos de alegría y tristeza. Fayçal L., un argelino de 21 años, comparte mesa todos los días con Maati, un joven marroquí que llegó a España escondido en los bajos de un camión. Los dos eran menores cuando cruzaron el Estrecho de Gibraltar, al igual que Khalifa Zarhnoun, que estuvo a la deriva tres días en una patera junto con otras 44 personas.

El sueño europeo de estos jóvenes se ha cumplido gracias a su fuerza de voluntad y a la ayuda de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle) de Paterna. Cuando sus esperanzas parecían alcanzables cumplieron la mayoría de edad y tuvieron que dejar el centro de protección de menores de La Salle. Era el momento de enfrentarse solos a la vida. Era el momento de seguir los consejos que les dieron el equipo de educadores, el trabajador social, la psicóloga y el director de ‘Projecte Obert’. Era el momento de crecer como personas, encontrar un trabajo y buscar otro hogar. Y los tres lo consiguieron bajo el techo de un piso de emancipación en Paterna.

Los sueños cumplidos de tres inmigrantes

Khalifa solo tiene palabras de agradecimiento para los Hermanos de La Salle. «Fueron mi familia durante seis años y me ayudaron cuando más lo necesitaba», afirma. El joven de 24 años compagina su trabajo como encargado del polideportivo La Salle Palma en Mallorca con su gran afición: el atletismo. Tras proclamarse subcampeón de una media maratón y una carrera de 10.000 metros, Khalifa competirá con la selección balear de atletismo en el campeonato de España. «Me inicié en este deporte porque Pepe Riofrío (el director del centro de menores de La Salle) me llevaba a las carreras populares en Valencia», recuerda el joven marroquí.

De la misma región marroquí es Maati Rahi, de 23 años. Los dos inmigrantes se conocieron en el centro de acogida de la Generalitat de la calle Arabista Ambrosio Huici de Valencia. Rahi también tenía 15 años cuando inició su sueño europeo en los bajos de un camión. De Ceuta a Algeciras apenas se movió en su escondrijo. «Busqué una oportunidad en España, me la dieron y la aproveché», señala con firmeza. «Primero en el centro de menores y luego en piso de La Salle», agrega. Aprendió un oficio, ganó nuevos amigos y consiguió trabajo en un taller de mecánica en Valencia. El joven marroquí ha viajado varias veces a su país para visitar a su familia, quiere fijar su residencia en España y se siente afortunado porque sus sueños se han cumplido en Valencia. En su trabajo destaca por su pericia y sus compañeros de piso hablan muy bien de él.

Otro ejemplo de integración es el de Fayçal L., de 21 años. Nació en Orán (Argelia) y llegó a España con su padre en 2006. El visado era para una corta estancia pero su progenitor encontró trabajo en una empresa de Elche y malvivieron varios años en un piso patera. La situación era ya insostenible en 2011, cuando el cabeza de familia se vio obligado a regresar a Argelia. «Mi padre nunca tuvo un trabajo fijo porque no tenía papeles. Nadie le contrataba. Él se buscaba la vida como podía», asevera el joven mientras alza el rostro. Tras este contratiempo, el dilema de Fayçal era el siguiente: volver a Orán o ingresar en un centro de menores. «La decisión fue muy difícil para mí», confiesa. Y con tan solo 15 años decidió continuar con su sueño europeo. «Me llevaron al centro de menores de Monteolivete y después al de La Salle», explica. Tras cursar el ciclo de grado medio de Telecomunicaciones y conseguir un contrato de trabajo, Fayçal inició los trámites para obtener la nacionalidad española. Actualmente ejerce como conserje y monitor del colegio concertado La Salle de Paterna.

Cuando cumplió los 18 años, la misma congregación religiosa lo acogió en una vivienda de emancipación, donde todavía reside con su amigo Rahi y dos jóvenes españolas. «Todos los sábados cenamos con los hermanos de la comunidad. Estos encuentros son importantes para nosotros porque nos hacen ver que no somos unos simples chavales de un piso de emancipación, sino amigos y muy cercanos», asegura Fayçal mientras sirve una taza de té.

Al otro lado de la mesa está sentada Susana López, psicóloga de ‘Projecte Obert’, que asiente con la cabeza tras escuchar las cariñosas palabras del joven argelino. «Con capacidad de esfuerzo, superación y valentía se puede salir adelante. Lo demuestran estos niños que llegaron a nuestro país sin nada, porque han sabido aprovechar los recursos y apoyos que les hemos ofrecido. Hoy son hombres felices e independientes, un gran ejemplo para otros», reflexiona en voz alta la psicóloga.

El director del centro de protección de menores de La Salle, Pepe Riofrío, se une a la conversación y reconoce que tanto los educadores como los jóvenes acogidos viven a veces momentos duros debido a algunas decepciones. «Pero todo se compensa cuando ves a un menor que sigue adelante con un futuro prometedor después de haber tenido una vida difícil. Y como forman parte de tu vida es un logro que lo celebras como si fuera tuyo», precisa con satisfacción.

 

Extracto del artículo aparecido en “Las Provincias”