“¿Por qué no comenzamos una experiencia de colaboración entre congregaciones?” De manera informal, en una reunión en Madrid de distintos Institutos de Hermanos, surge esta pregunta, como quien suelta una ‘locura’ al aire. Días después, la cuestión torna a “¿Y por qué no?”. Es la idea que finalmente impulsan La Salle y Maristas y que se ha materializado en Sanlúcar de Barrameda, donde, coincidiendo con el nuevo curso 2017-2018, cinco religiosos (tres lasalianos –Mario, Jesús y Vicente– y dos maristas –Samuel y Ramón-) inician este proyecto común, conviviendo en comunidad.
Los Hermanos Samuel y Mario hablan de los inicios de esta ‘aventura’. “Para empezar, hemos de conseguir que nuestros Hermanos, profesores, familias y alumnos conozcan y entiendan el porqué de esta experiencia de comunidad intercongregacional. Puede ser una buena oportunidad para dar visibilidad a la universalidad de la Iglesia, al valor de la fraternidad cristiana, a la riqueza de los diferentes carismas”.
La localidad gaditana cuenta tanto con un colegio marista -Nuestra Señora de los Reyes- como con uno de La Salle -San Francisco- y ahora conviven estos Hermanos en el primero de los centros.
Coinciden en lo ilusionante del proyecto y, como indica Mario, “la trayectoria personal de cada Hermano y las experiencias vividas como maristas o como lasalianos supondrán una gran riqueza”. Sin metas concretas, con humildad y sin altas pretensiones, pero sí tienen clara una cosa: tener una experiencia de fraternidad, convertirla en signo para la Iglesia y el mundo. “En una sociedad donde cada uno mira para sí mismo, queremos ofrecer un signo de fraternidad”. Y lo harán mientras vean que les ayuda y permite vivir un nuevo modo de ser Hermano.
Estas dos instituciones religiosas ya han colaborado en materia educativa y pastoral y, seguramente, se intensificará a través de esta convivencia. En la mente, al tiempo, el proyecto ‘Fratelli’, también de Maristas y La Salle para niños refugiados en Líbano, no para imitarlo sino como ejemplo y motivación de lo que juntos pueden lograr, respetando, participando y acompañando a ambas obras educativas. La vida religiosa por naturaleza está llamada a ser profeta de nuestro tiempo. “Y desde ese profetismo queremos demostrar que la fraternidad es posible en un mundo contagiado por el individualismo y la competencia. Entendemos que éste es un signo que la Iglesia necesita hacer explícito en medio de un mundo tan atomizado y dividido”, añaden los Hermanos.
En definitiva, el reto más importante es el de seguir respondiendo a su vocación de educadores con niños y jóvenes y evangelizar, atender las necesidades de nuestro entorno y construir una fraternidad significativa para el barrio. Sus reflexiones finales resumen a la perfección este sentir: “Queremos que la ilusión con la que nosotros afrontamos esta experiencia la vivan todos nuestros hermanos;contribuir a que los jóvenes estén abiertos a la acción del Espíritu y si, con nuestras vidas, somos capaces de decir algo, ahí estará el mensaje. Sobran las palabras”. Pues eso.
Comunicación Maristas