Asistidos por autómatas
Los robots sociales se están abriendo paso con éxito como asistentes terapéuticos y educativos. Múltiples experiencias e investigaciones muestran que resultan de utilidad para mejorar la calidad de vida de niños y mayores en hospitales y residencias de ancianos, para estimular el aprendizaje, para desarrollar las habilidades sociales en personas con trastornos del espectro autista o para potenciar y facilitar la terapia de personas con alguna discapacidad mental o física.
“Los robots ya se crearon con la idea de ayudar a la gente, de facilitar su trabajo y mejorar su experiencia de usuario; pero lo más impactante de la robótica social es el vínculo emocional que se establece entre las personas y el robot, que proporciona una situación de inmersión y hace que la persona esté totalmente focalizada en el proceso educativo o la terapia en que interviene el robot, y eso hace que aprenda o se cure mejor”, explica Jordi Albó, profesor y coordinador del laboratorio de robótica en la Escuela de Ingeniería de La Salle-URL, e impulsor de la conferencia internacional sobre robots sociales en terapia, asistencia y educación New Friends 2016 que se celebró en Barcelona con la colaboración de La Salle y la Obra Social La Caixa.
En las jornadas New Friends 2016 se abordaron estas y otras aportaciones de los robots, pero también se debatieron las preocupaciones éticas, legales y sociales que ya plantea su interacción con las personas. Se discutió de si los robots sociales ponen en peligro la dignidad de los individuos o discriminan a ciertos grupos de población, se abordaron las consecuencias sobre la privacidad que puede tener que las máquinas accedan a habitaciones privadas, recojan datos, monitoricen la conducta de personas vulnerables, o los problemas legales sobre quién o qué debe ser responsable de sus actos autónomos.